Pablo Miranda
Desde la conformación de la República del Ecuador, en 1830 se libró una enconada batalla ideológica y política entre los terratenientes –señores de la tierra y de los hombres- y la naciente burguesía, la clase de los capitalistas, conformada inicialmente por los comerciantes.
La clase de los terratenientes se afirmó como la dominante, impuso sus intereses económicos y políticos, organizó el nuevo Estado para la defensa y el desarrollo de sus posiciones.
El paulatino desenvolvimiento del comercio interno e internacional, las relaciones económicas y diplomáticas con otros países, especialmente con aquellos que empezaban a dominar el mundo, Inglaterra, Francia, EE.UU. hacían necesarios cambios urgentes en el carácter del Estado, de las relaciones sociales, de las leyes y la institucionalidad.
Las confrontaciones económicas se hicieron evidentes en los vaivenes políticos de la República. Se expresaron desde la mitad del siglo XIX en la contienda entre liberales y conservadores. Los conservadores construyeron un Estado autoritario, de privilegios sociales, económicos y políticos para unos cuantos y de opresión y expoliación para la inmensa mayoría de la población. Por ejemplo, la primera Constitución otorgaba el derecho del voto a los ecuatorianos que tenían propiedades y riquezas y lo negaba para la gran masa de trabajadores del campo y de la ciudad. Entregaron la educación a la iglesia y se la organizó para los hijos de los señores en la escuela, los colegios y la universidad, mientras el resto de la población debía limitarse a aprender la doctrina cristiana.
Los liberales organizaron la oposición y buscaron siempre cambiar la situación. Fueron alcanzando algunos logros, como por ejemplo la liberación de la esclavitud para los negros durante el gobierno del General Urbina. Los liberales trabajaron intensamente en la difusión de sus ideas y en esa tarea se destacaron varios pensadores y escritores, entre ellos Juan Montalvo.
La lucha de intereses contrapuestos entre terratenientes y burgueses, entre conservadores y liberales, rebaso la polémica periodística, el debate parlamentario y las elecciones y, se manifestó en enfrentamientos militares, en asonadas golpistas, en rebeliones palaciegas, en una intermitente lucha guerrillera que asolaba los campos y ciudades; en determinadas situaciones, inclusive, tuvo connotaciones de guerra civil.
Una buena parte de esa contienda tuvo expresiones religiosas; los conservadores defendían el catolicismo y acusaban a los liberales de herejes y masones, al tiempo que recibían el espaldarazo de la iglesia. Los liberales propugnaban la libertad de cultos y combatían a los conservadores como ultramontanos y oscurantistas, como clericales.
Montalvo con la pluma y Eloy Alfaro con la espada se constituyeron en paladines de la lucha por la implantación del liberalismo.
En la Costa se fueron afirmando las posturas liberales, que fueron abrazadas por los empresarios comerciales y agrícolas que crecían en correspondencia con la agricultura de exportación, el mercado interno y las importaciones. Esas posiciones fueron alimentadas por las ideas y proclamas liberales que recorrían los caminos de América.
En la Sierra, las ideas liberales tuvieron acogida entre los jóvenes, sobre todo en la intelectualidad; fueron resultado de la influencia de las ideas de avanzada y, desde luego, expresión de los intereses de una naciente clase empresarial.
La revolución liberal fue un largo proceso gestado por el desarrollo de las fuerzas productivas, por una economía encerrada que pugnaba por abrirse paso, por el desarrollo de las relaciones comerciales y por la fuerza de las ideas capitalistas. El gran abanderado de esta revolución fue Eloy Alfaro. El “viejo luchador” como se lo conoció, en alusión a su larga trayectoria de combatiente, inició su batallar cuando tenía 20 años, organizando y dirigiendo una primera montonera rebelde en su natal Montecristi.
Eloy Alfaro nació el 25 de junio de 1842. Toda su vida fue un luchador, combatió en la selva y la llanura, desembarcó muchas veces en las playas de Manabí y Esmeraldas, trepo la cordillera, libró grandes batallas en pueblos y ciudades de la Costa y de la Sierra. Fue derrotado muchas veces, perseguido, apresado y desterrado.
El proceso de la revolución liberal tiene una constante, la lucha guerrillera que, comandada por Eloy Alfaro, se desenvolvió por varias décadas. Esas acciones fueron expresión del coraje de los combatientes, fueron manifestación de la incorporación de los campesinos costeños, los montubios, a la lucha política y militar. Eloy Alfaro fue y es un paradigma del revolucionario convencido, del luchador infatigable, del soñador empedernido, del realizador y constructor.
El 5 de junio de 1895, la indignación por la oprobiosa negociación que involucraba al Ecuador en la guerra chino-japonesa y, que se expresó en la venta de la bandera estalló en el pronunciamiento político militar que proclamó a Eloy Alfaro como Jefe Supremo de la República y lo llamó para encabezar la lucha contra el gobierno conservador.
Se iniciaron así las batallas finales que culminaron con el triunfo del liberalismo. En esos combates se incorporaron apreciables sectores indígenas de la Sierra, que jugaron un papel determinante en la victoria. Esa inclusión pretendía resolver, por parte de los indios, su condición de oprimidos y su hambre de tierras.
La victoria de los liberales significó grandes cambios, de todo orden, en la vida del país y de la sociedad ecuatoriana.
Se produjo el ascenso de una nueva clase al poder, la clase de los capitalistas. Se realizaron grandes transformaciones de carácter económico, social y político que llevaron al Ecuador a un nuevo estadio histórico, que contribuyeron a su modernización y a ocupar un puesto nuevo y diferente en el concierto internacional.
Se confiscaron las haciendas de la iglesia y se legisló el pago del trabajo de los huasipungueros, se ampliaron las relaciones comerciales internacionales y se abrió el país al capital extranjero, principalmente de los EE.UU. Los banqueros y comerciantes se convirtieron en el grupo económico más poderoso. Se decretó la libertad de cultos y se implantó el laicismo en la educación. Se abolió el Concordato, es decir la dependencia del país respecto del Estado Vaticano. Se dio un gran impulso a la escuela pública, extendiéndola y modernizándola. Se fundaron los normales y se permitió el acceso de la mujer a la docencia. Se instituyó el matrimonio civil. La obra publica, las carreteras y sobre todo el ferrocarril que unió la Costa y la Sierra constituyeron los más importantes logros materiales.
La revolución liberal es la expresión de la revolución burguesa en el Ecuador. Sucedió más tarde que en otros países de América pero en buena parte de sus realizaciones tuvo mayor profundidad. Sin embargo mostró grandes limitaciones respecto de otras revoluciones capitalistas: no afectó la gran propiedad de los terratenientes y dejo intocada la servidumbre a que estaban sometidos los campesinos indios y mestizos. Esto ocurrió debido a que una fracción de la burguesía que accedió al poder y que a la postre se tornó dominante pactó con los terratenientes.
La revolución liberal fue un gran paso adelante del país y de la sociedad. La institucionalización de la revolución liberal trajo consigo la constitución de nuevos grupos de poder, los banqueros y comerciantes que se aliaron a una fracción de los terratenientes y represaron el progreso social y económico, material y espiritual del país.
El “viejo luchador”, protagonista y artífice de la revolución continuó en la brega, batallando por sus ideales hasta su muerte el 28 de enero de 1912. El episodio final de su vida fue dramático.
Eloy Alfaro, en nuevos combates por volver al poder fue derrotado y apresado. Junto con buena parte de sus generales fue trasladado de Guayaquil a Quito. Los conservadores y sus nuevos aliados liberales se compactaron, insuflaron al populacho y organizaron el asalto del penal García Moreno, lugar donde guardaban prisión. Esas turbas manipuladas asesinaron a Eloy Alfaro y sus compañeros, los arrastraron por las calles de Quito y los quemaron en los potreros de El Ejido.
Culminó una etapa de la vida del país y la existencia de uno de los grandes caudillos ecuatorianos. Eloy Alfaron murió combatiendo, haciendo honor a su nombre de “Viejo Luchador”.